top of page

Los vendedores ambulantes de Fontana merecen dignidad, no discriminación

  • Foto del escritor: EL INFORMADOR DEL VALLE
    EL INFORMADOR DEL VALLE
  • 10 sept
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 29 oct




ree

Condado de San Bernardino

Fuente de Inland Empire Community News




Por Javier Hernández, Director Ejecutivo de la Coalición del Inland para la Justicia de los Inmigrantes


En ciudades de California, los vendedores ambulantes son una parte vital de nuestros vecindarios. Son emprendedores y proveedores de alimentos y productos asequibles para familias trabajadoras. Desde las frutas frescas en un caluroso día de verano hasta los tamales que se venden fuera de un servicio religioso, los vendedores contribuyen a la vida comunitaria. Sin embargo, en Fontana, en lugar de ser tratados con dignidad y respeto, estos emprendedores trabajadores han sido perseguidos, criminalizados y expulsados.


Por eso, nuestra coalición, junto con valientes vendedores, está llevando a la ciudad de Fontana a los tribunales. Hemos presentado una demanda para impugnar las normas ilegales e inconstitucionales de la ciudad sobre la venta ambulante. Durante años, intentamos trabajar de buena fe con los líderes de la ciudad, pero se negaron a escucharnos. Esta demanda no es nuestra primera opción; es una especie de último recurso después de que se nos cerraran todas las puertas. La alcaldesa de Fontana, Acquanetta Warren, ha liderado una ofensiva implacable contra los vendedores ambulantes y las familias inmigrantes desde 2010, cuando apoyó públicamente la ley SB1070 de Arizona dirigida contra los inmigrantes. En lugar de tender puentes con la comunidad, ha optado por demonizar a la clase trabajadora y apoyar los intereses de las grandes empresas. Su historial y retórica se alinean estrechamente con la política antiinmigrante, priorizando el castigo sobre la colaboración, la exclusión sobre la inclusión.


anmbulantes


El resultado ha sido devastador. Los vendedores, muchos de los cuales son inmigrantes, personas mayores y padres, enfrentan acoso, multas y multas. Lo cierto es que son pequeños empresarios que hacen lo que innumerables familias han hecho durante generaciones: trabajar duro para mantener a sus hijos y contribuir a la economía local. Y muchas historias de éxito a nivel nacional comenzaron con vendedores ambulantes: Carl’s Jr. empezó como un puesto de hot dogs; Pink’s Hot Dogs surgió de un carrito ambulante. Las raíces de Taco Bell se remontan a un puesto de comida en San Bernardino. Al atacar a los vendedores hoy, Fontana no solo viola la ley estatal, sino que también ataca los valores de equidad y oportunidad que deberían definir a nuestra comunidad.


La venta ambulante no es un delito, y en 2018, California aprobó la SB 946, la Ley de Venta Segura en las Aceras, para despenalizarla y proteger a los empresarios de la aplicación discriminatoria. Las normas actuales de Fontana socavan dicha ley. En lugar de crear vías para que los vendedores operen de forma segura y legal, la ciudad ha diseñado barreras destinadas a expulsarlos por completo.


Esta demanda no se refiere a un grupo de vendedores ni a las políticas destructivas de una ciudad. Se trata del tipo de comunidad que queremos ser. ¿Apoyamos a las familias trabajadoras, los inmigrantes y los emprendedores que aportan vida y cultura a nuestros barrios? ¿O apoyamos a los políticos que prefieren silenciarlos y castigarlos en nombre de los intereses corporativos y políticos de la derecha?


Elegimos el lado de la justicia. Elegimos el lado de la dignidad. Elegimos apoyar a los vendedores que merecen el mismo respeto y las mismas oportunidades que cualquier otro pequeño empresario. NO nos dejaremos silenciar ni intimidar.


El Inland Empire es más fuerte gracias a nuestros vendedores. Ellos encarnan la resiliencia, la creatividad y la determinación que definen a las comunidades inmigrantes. Es hora de que Fontana, y todas las ciudades, abandonen las políticas fallidas de criminalización y, en cambio, adopten un enfoque que impulse y empodere a los emprendedores callejeros.


Nuestra demanda es un paso en esa lucha. Pero el cambio real llegará cuando modifiquemos nuestras políticas y nuestra mentalidad para reconocer a los vendedores por lo que son: constructores de comunidades, creadores de empleo y seres humanos que merecen dignidad.


Esta historia es posible en parte gracias a una subvención del IE Journalism Innovation Hub + Fund de la Inland Empire Community Foundation.





Comentarios


bottom of page